Una tradición que los nativos la mantienen viva en San José de Chiquitos.
Las manesillas del reloj marcaban las 04:00 A. M., cuando los repiques de las campanas del templo jesuítico misional de San José, comenzaron a repicar, tal cual se lo hace en las fiestas solemnes de calendario religioso. Los integrantes de las tres tribus nativas que conforman la comunidad originaria de nuestro pueblo (Ramanucas, Piococash y Penoquíquia), se organizaban para salir, desde la casa de bastón, tal como se la hace desde mas trecientos años atrás, en todos lo pueblos de la gran chiquitania. El cabildo indigenal seguido de las cajeros, lanseros, las mámas y todos los integrantes de las familias nativas, se encaminaban en procesión hasta el templo jesuítico de San José, para hacer bendecir sus velas, que por tradición se lo hace con una fiesta después del ritual religioso en las afueras del templo. Esta festividad es aprovechada para demostrar la amistad y comprensión reinante entre miembros de las distintos pueblos, bailando la alegre chovena chiquitana conocida como el kitobikixh (Un baile de exaltación que también fue reconocida como baile de apareamiento, toda vez que los pretendientes agarraban las partes intimas de sus pretendidas o viceversa, para demostrar su intención de formar una familia).
La modernidad en la cual se ha sumergido nuestra población, ha permitido que la aculturación penetre en ciertos grupos sociales y personas de nuestro pueblo; lo que ha dado lugar a formar lagunas en las mentes de muchos, que involuntariamente o no, se han olvidado de esta y otras festividades solemnes de nuestro pueblo. El cabildo indigenal no olvida sus raíces y vive con mucho fervor cada una de las festividades, con el apoyo del Gobierno Municipal, que para esta ocasión, con una semana anticipación movilizó a personas que son expertos en el tema, a la cabeza de don Elio Montenegro, los cuales identificaron a los descendientes de los maestros solfas cajeros y lanceros que guardaban en sus mentes, los sones ritmos y coreografías de de las danzas flokloricas de San José. Se llegó hasta la comunidad de Pozo del Cura, lugar en donde viven los descendientes del último cajero que se convirtió en el referente de la musica nativa josesana, el finau don José Frías, quien en los años 80, era el único que enseñaba a sus hijos y nietos, la forma de sincronización de los acordes en la tradicional caja.
Lo cierto fue que la madrugada del 2 de febrero, muchas personas que no conocen la tradición de San José, se levantó asustada al escuchar el repique de las campanas y se congregó rápidamente en el templo, llevandosé la grata sorpresa de ver al pueblo nativo congregado en las afueras del templo e inmediatamente se convirtió en testigo partícipe de una de las tradiciones que aún se vive en esta parte de la gran chiquitania.
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