Don Narciso (Posín) Heredia, un conocido hombre del pueblo.
Se ganaba la vida brindando los servicios de Motoquero, de la forma mas cordial, a quien lo solicitaba. Todos los días compraba horneados de la conocida panadería de Ña Mila, para llevarlo a su hogar y tomar la siestita con su familia.
La tarde del Jueves 21 de noviembre no fue la excepción, a las 3 de la tarde salio de su hogar ubicado en el Barrio Sutó, montó su moto honda tipo panadera y dejó esperando a su esposa e hijos con el mate quemau en la mesa.
Algunas personas afirmaron haberlo visto con un desconocido que subió a su moto como pasajero y le hizo varias carreras por hora. El misterioso pasajero, supuestamente era de nacionalidad colombiana.
La rutina de Posín, tenía acostumbrados a los noctámbulos amigos de "La Loba", a quienes acompañaba en ese lugar donde se juntaban a jugar carta. Parqueaba su motorizado y cada que lo solicitaban, les hacía viajes a las ventas para comprar cigarros, coca, cerveza o tragos; pero la noche del 21 de noviembre extrañamente no asistió.
Los familiares comenzaron a preocuparse, porque hasta las 22:00 hrs. no daba ninguna señal y su celular se encontraba apagado. Ya en horas de la madrugada, luego de hacer varias llamadas a familiares, amigos y conocidos, los hijos acudieron a la policía y juntos a efectivos y algunos de sus colegas motoqueros, comenzaron a movilizarse desesperados.
La angustia se acrecentaba cada vez más, con el transcurrir de segundos, minutos y horas. Los mensajes comenzaron a circular por los medios de comunicación anunciando que Don Narciso Heredia había desaparecido y nadie sabía de su paradero. Los motoqueros hicieron un rastrillaje de todo el pueblo durante el día viernes, sin encontrar ni siquiera indicios de su colega.
El pueblo entero se preocupó por el extraño suceso, todos rogaban que se lo encuentre con vida; pero lamentablemente la mala noticia consternó a los pacíficos josesanos, quienes no están acostumbrados a vivir situaciones de esta naturaleza.
Eran las 11:30 de la mañana del día Sábado 23 de noviembre cuando Ulises Pesoa, por la Radio Popular, en un programa de alta audiencia del periodista, informaba, que habían encontrado un cadáver. "Nuestro amigo Posin ha sido brutalmente asesinado" señalaba entre sollozos el comunicador, mientras los radioescuchas se consternaban por lo sucedido y se dirigían hasta la morgue del Hospital Municipal.
El cuerpo fue encontrado por unos niños a las 09:30 de la mañana, en el acceso que conecta a San Jose con la carretera a San Ignacio de Velasco. Había sido arrojado allí, a 500 metros de la urbanización San José e inmediaciones del Matadero Municipal. Los menores de edad inmediatamente dieron parte a personas mayores quienes movilizaron a todo el pueblo.
Presumiblemente el cadáver ya llevaba varias horas ahí, toda vez que se encontraba hinchado y en estado de descomposición, con la misma ropa de trabajo, con la que había salio de su casa 2 días atrás. Presentaba signos de violencia, al parecer luchó bastante, sin fortuna, por su vida. Las monedas de 0,20, 0,50, 1, 2 y 5 bs., que supuestamente habían caído de su bolsillo, yacían esparcidas desde la avenida pavimentada hasta el lugar donde se encontraba el cuerpo, unos 50 metros, en medio de matorrales.
Curiosamente, minutos antes de que los niños que estaban jugando TUCHÚN y descubrieran el cuerpo sin vida, su motorizado había sido encontrado en el otro extremo del pueblo, lado sur de la población, cerca de su casa, en el Barrio San Miguel.
Los motoqueros inmediatamente se organizaron y empezaron una batida del pueblo para buscar y encontrar al asesino. "Todos son sospechosos" manifestaban enardecidos y dolidos por el macabro suceso perpetrado a uno de sus colegas de trabajo, mientras las bocinas de las motos lloraban por las calles.
La Policía hizo el levantamiento legal del cadáver y lo trasladó hasta el morgue del Hospital Municipal de Segundo Nivel, donde se le practicó la autopsia correspondiente, con la cual se determinó la causa de la muerte.
Una herida grande quedó en el seno del manso pueblo, provocando una psicosis colectiva de desconfianza además de la sensación de inseguridad. La policía departamental se encargó de investigar a fondo el hecho, allanando domicilios, aprendiendo sospechosos e interrogando a cuanto personaje se había puesto en contacto con el occiso .