Con las prospecciones arqueológicas realizadas por expertos que trabajan en la musealización y puesta en valor del Parque Histórico y Arqueológico Santa Cruz de la Sierra la Vieja, se encontraron objetos de valor incalculable.
En un manzano cuya edificación, supuestmente albergó distintas familias y que contaba con un patio común, se encontraron los vestigios de una noria, en cuyo fondo se hallaron piezas de hierro, plata y oro. Clavos, parte de cascos, armaduras, espadas, llaves y monedas esterlinas de Inglaterra, son parte de la riqueza encontrada.
La sospecha de que en esa Área Protegida existía un yacimiento de metales preciosos, inicialmente la tuvo un Guarda Parque, quien tiempo atrás, en su turno, a las doce de la noche, mientras hacía su habitual ronda, caminando entre los promontorios de tierra, vio a lo lejos una llamarada de fuego que crecía vertiginosamente, alcanzando los 3 metros de altura y que despues de breves minutos de danzar por el aire, se desvanecía para esconderse en las entrañas de la tierra.
Haciendo cruces por el miedo que pocas veces lo invadía, el funcionario plantó su corta pluma en el lugar del entierro y corrio a resguardarse en las oficinas de esta institución. El parte diario indica que el Guarda comenzó a tener dolores de cabeza; actualmente se encuentra recuperandose en su domicilio particular, con la ayuda de vira vira negra, flor de colonia, uña de gato y tipa.
La noticia despertó la curiosidad de los expertos llegados desde las ciudades de Santa Cruz - Bolivia y Extremadura, quienes buscaron la seña y comenzaron las excavaciones.
Afortunadamente encontaron mucho material para estudiar y seguir descubriendo la ciudad enterrada.
Que la inocencia valga.