sábado, 19 de abril de 2025

Domingo de Ramos en San José de Chiquitos: Un Legado de Fe y Tradición a Través del Tiempo

El Domingo de Ramos en San José de Chiquitos se erige como una profunda manifestación de fe y una viva tradición que perdura desde la época de las reducciones misionales. La comunidad chiquitana, cuna de la cruceñidad, revive cada año con fervor este inicio de la Semana Santa, manteniendo las costumbres inculcadas por los jesuitas y transmitidas de generación en generación.

Rememorando tiempos pasados, la procesión del Domingo de Ramos tenía un punto de partida emblemático: la Plazuela del Estudiante. Desde allí, la comitiva se dirigía solemnemente hacia el templo por la Calle Jesús Chávez, marcando el inicio de una jornada de recogimiento y devoción.

Un personaje inolvidable en la preparación de esta celebración era el dinámico Cacique General, Don Ramón Vaca (+). Con dedicación y en compañía de los miembros del Cabildo, Don Ramón se encargaba personalmente de cortar los cogollos de motacú, asegurando que cada feligrés contara con sus palmas para la bendición en la Plazuela del Estudiante. Este acto simbolizaba la conexión profunda entre la comunidad y la naturaleza en la expresión de su fe.

Las fotografías de antaño nos transportan a una San José de Chiquitos con un paisaje urbano diferente. En el recuerdo visual de aquellos Domingos de Ramos, se distinguen las desaparecidas casas de Don Juan Sin Miedo, Don Moisés Montero y la popular Cantina "La Vaina", testigos silenciosos del devenir histórico de la ciudad.

Una tradición particular del Domingo de Ramos es el robo del Nazareno, el mismo que se desarrolla a medio día, trasladando la imagen de Jesús de Nazareth, montado en un burro y cubierto totalmente con una manta blanca.
La comitiva parte desde el templo hasta Betania, para esperar la hora de la entrada triunfal con lo cual se marca el inicio de la Semana de Pasión.

Entre los rostros memorables que participaban con fervor en estas procesiones, se recuerdan con cariño a Don Carmelo Poquiviquí (conocido como "Cachete e´manga"), Ña Manuela Coria, Ña Arminda Justiniano y Don Jorge Antelo, figuras que formaron parte del tejido social y religioso de San José de Chiquitos.

Hoy en día, por las calles donde se desarrollan los rituales religiosos, del tradicional Domingo de Ramos se continúan repitiendo las escenas como si el tiempo se hubiera detenido. Las imágenes actuales reflejan la misma expresión de fe que ha caracterizado a la población chiquitana a lo largo de los años. Tal como lo sembraron los jesuitas en la época de las reducciones misionales, el pueblo nativo supo integrar las enseñanzas de la Iglesia Católica a su modo de vida, manteniendo intacta la esencia de esta importante celebración religiosa.

El Domingo de Ramos en San José de Chiquitos no es solo un evento religioso, sino una manifestación cultural que conecta el pasado con el presente, reafirmando la identidad y la profunda fe de su gente, cuna de la cruceñidad. La tradición se mantiene como un legado invaluable, transmitido con amor y devoción a las nuevas generaciones. 

Emotivo Testimonio de Fe y Tradición en Semana Santa Chiquitana

 

Con profunda emoción y visible agradecimiento, Don Juan Carlos Justiniano Saravia compartió un conmovedor testimonio de fe y tradición al concluir la procesión del Nazareno Crucificado la noche del Jeves Santo.

Don Juan Carlos relató que hacen 22 años realizó una promesa para la buena salud de su esposa, su familia y para que nunca les falte el trabajo. Fue entonces cuando comenzó a participar en la tradicional alzada de la imagen del Nazareno Crucificado, en andas, junto a don Israel Vaca (+) y otros penitentes.

Un año después de iniciar esta significativa práctica, surgió la idea de uniformarse como símbolo de unidad y compromiso. "Don Israel me dice compremos camisa y le digo yo compro las camisas para los que alzamos al Cristo Crucificado y él me dice yo compro para los judíos y así comenzó", recordó don Juan Carlos, destacando con orgullo que posiblemente fueron los primeros en uniformarse entre todos los que participan en la penitencia.

Esta tradición de uniformarse se ha mantenido viva durante aproximadamente 18 años, fortaleciendo el sentido de comunidad y devoción entre los participantes.

La emoción de don Juan Carlos se hizo aún más palpable al compartir la dicha de alzar las andas junto a su hijo, quien actualmente tiene 20 años, desde hace ya tres años. Este hecho representa para él una continuidad de la fe y una herencia de las tradiciones familiares.

El testimonio de don Juan Carlos Justiniano Saravia resuena profundamente en la comunidad de San José de Chiquitos, reflejando la profunda fe y el arraigo de sus tradiciones durante la Semana Santa. Su historia es un ejemplo de devoción, unidad familiar y el cumplimiento de promesas que enriquecen el espíritu de esta celebración religiosa.



La Fe y la Tradición como Remedio Ancestral en la Semana Santa de San José de Chiquitos


La Semana Santa en San José de Chiquitos, se la vive con una profunda fe que trasciende lo espiritual, entrelazándose con prácticas ancestrales que los pobladores consideran agentes de sanación y bienestar. Elementos cargados de simbolismo religioso se convierten, por la creencia y la tradición, en remedios para dolencias físicas y bálsamo para el espíritu. La Albahaca, el agua bendita con que lavan el cuerpo de Jesus y las velas artesanales que se utilizan en el velatorio del cuerpo inmolado del salvador del mundo, son muy requeridos despues de los rituales.    

Uno de los elementos más destacados es la albahaca, una hierba medicinal que se coloca cuidadosamente a los pies del Nazareno crucificado y en el sepulcro del cuerpo inerte de Jesús. Impregnada de la solemnidad del momento, esta hierba es luego recogida por los fieles, quienes la maceran en alcohol para utilizarla como fricción, aliviando dolores de cabeza y malestares corporales.

Otro elemento de gran devoción es el agua utilizada para bañar el cuerpo de Jesús después de su descenso de la cruz. Considerada agua bendita por la comunidad, los asistentes recogen fervorosamente este líquido, convencidos de su poder para aliviar dolamas y contribuir a la sanación de diversas enfermedades.

Finalmente, las velas que iluminan el velorio de Jesús son un testimonio de la tradición artesanal y la fe viva. Fabricadas con esmero por los miembros del Cabildo Indigenal, estas velas son altamente codiciadas. La creencia arraigada sostiene que poseer una de estas velas garantiza luz permanente en el hogar, atrayendo buenas vibras y protegiendo contra los espíritus de la oscuridad.

Estas prácticas, transmitidas de generación en generación, reflejan la profunda conexión entre la fe católica y las costumbres ancestrales de San José de Chiquitos. La Semana Santa se convierte así en un tiempo de recogimiento espiritual y, a la vez, en una manifestación tangible de cómo la fe de un pueblo puede imbricarse en su vida cotidiana, otorgando significado y propiedades curativas a elementos que participan en los rituales religiosos.

La comunidad de San José de Chiquitos, población ubicada en el corazón de la Chiquitania boliviana, vive intensamente estos días, donde la fe no solo eleva el espíritu, sino que también se manifiesta en la búsqueda de alivio y protección a través de elementos bendecidos por la tradición.

El legado de los Padres de la Compañía de Jesus, sigue vigente a pesar del paso de los años. 

lunes, 14 de abril de 2025

El Enigmático Josemané: Un Personaje Chiquitano desaparecido Tras la Guerra del Chaco

Un personaje singular y lleno de contradicciones, conocido como el Josemané, dejó de ser representado en la vida festiva de San José de Chiquitos coincidiendo con el inicio de la Guerra del Chaco. Así lo reveló el recordado historiador, Prof. Elio Buenaventura Montenegro Banegas (Q.E.P.D.) a un medio de Comunicación de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, el año 1984.

De acuerdo a los registros audiovisuales a los que pudo acceder Radio El Cacique, la afirmación realizada por el historiador se sustentaba en sus investigaciones que rescataban la memoria de esa figura emblemática de la tradición chiquitana.

Según los relatos recopilados, el Josemané era un personaje complejo cuya última aparición se sitúa alrededor del inicio del conflicto bélico que movilizó a todos los hombres chiquitanos para incorporarse como soldados. La guerra generó profundas transformaciones en la región, seguidas poco después por la llegada del ferrocarril, marcando un punto de inflexión en muchas costumbres locales.

La historia del Josemané es particularmente intrigante. Se dice que inicialmente fue chamán de su tribu, para luego aceptar la fe cristiana. Sin embargo, en un giro inesperado, renegó del cristianismo, adoptando una representación que sembraba la disconformidad. Se le describía como una figura poco seria, propensa a mentir en sus compromisos, encarnando la figura del "abuelo mentiroso".

Don Juan de Dios Barbas, quien en vida fuera un respetado tradicionalista de San José, compartió valiosos recuerdos sobre el Josemané. Relata que este personaje solo aparecía en festividades específicas, principalmente durante la Pascua de Resurrección. En estas ocasiones, recorría la plaza seguido por niños a quienes ofrecía consejos. Sin embargo, la reacción de los pequeños era unánime: "¡No, no te creemos, eres mentiroso, eres mentiroso!".

De esta manera, el Josemané asumía un rol reprobatorio hacia aquellos que faltaban a su palabra o no eran consecuentes con sus compromisos. Su apariencia era distintiva: una careta alargada, roja y fea, con dientes irregulares, complementada con cabellos y una falda de paja.

A pesar de su peculiar estética, el Josemané intentaba inculcar buenos modales a los niños, quienes, paradójicamente, lo perseguían al grito de "mentiroso". Esta actitud se explica por su controvertida trayectoria religiosa: tras renegar del cristianismo, buscaba el perdón tratando de enseñar buenas costumbres, mientras ofrecía a los niños birulos, alfeñiques, empanizau y otros dulces. Se sabe que también hacía su aparición durante la Fiesta de Reyes.

La desaparición de la representación del Josemané tras la Guerra del Chaco marca la pérdida de una figura que, a pesar de su imagen negativa, cumplía una función social importante al representar la crítica a la falta de compromiso y la inconsistencia en la conducta. Su recuerdo perdura en la memoria de los más ancianos de San José de Chiquitos como un testimonio de una época y unas costumbres que se desvanecieron con el tiempo.

Datos encontrados en una cinta de cassette betamax, bien conservado dentro de la cacha con reliquias periodísticas, de un amigo comunicador social.

Hablemos de Pichareros

¿Volar en churuno y convertirse en animal? La dimensión desconocida de Chiquitos La ciencia se va a llevar grandes sorpresas cuando ...